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Depresión en personas que viven con Diabetes Mellitus

Con la campaña "Hablemos de depresión", la Organización Mundial de la Salud conmemora un año más de su fundación, con el objetivo de concientizar a la población sobre la importancia de diagnosticar y tratar la depresión.


La depresión es el trastorno mental más frecuente, afecta a más de 350 millones en el mundo, con una prevalencia que oscila entre 3.3 y 21.4%. La Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que para el año 2030, la depresión se traducirá en más años de vida perdidos por discapacidad que cualquier otra enfermedad. Hoy en día la depresión es ya la segunda causa de años de vida ajustados por discapacidad en la categoría de la edad de 15 a 44 años de edad en ambos sexos. El trastorno depresivo ocupa el primer lugar en mujeres y quinto lugar en hombres como causa de discapacidad. La depresión ocurre en personas de todas las edades, géneros y orígenes, (1) forma parte de los trastornos del estado del ánimo, es la enfermedad mental más prevalente.

En México los trastornos neuropsiquiatricos ocupan el quinto lugar como carga de enfermedad al considerarlos indicadores de muerte prematura y días vividos por discapacidad. Es la primera causa de atención psiquiátrica.


De acuerdo a la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales (CIE-10) y la Asociación Americana de Psiquiatría del Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), se define como un trastorno del estado de ánimo que no se define en la causa y grados de deterioro funcional asociados con estos síntomas. Engloba un conjunto de alteraciones en el nivel de las emociones (síntomas del estado de ánimo y la anhedonia) cogniciones (pensamientos y procesos del pensamiento) y comportamientos (comer y dormir). (2)


La depresión se identifica comúnmente en asociación con un número de enfermedades médicas crónicas, y está más fuertemente asociada con la diabetes mellitus. La depresión clínica según los informes, se asocia entre un 13% y 18% de las personas con diabetes tipo 1 y tipo 2 respectivamente. Los grupos particularmente vulnerables incluyen pacientes del sexo femenino, las personas diagnosticadas con diabetes a una edad más temprana, con alto índice de masa corporal, mal control de la glucemia, la presencia complicaciones crónicas, los niveles más bajos de educación, ingresos del hogar, o que requieren apoyo social. (3)


La asociación entre la depresión y la diabetes fue reconocida ya en el siglo XVII, cuando el médico británico Thomas Willis señaló que la diabetes apareció con frecuencia en individuos que habían experimentado tensiones o tristeza durante su vida. (4)


Esta asociación puede ser sentido bidireccional que la diabetes puede conducir al desarrollo de la depresión o viceversa. (3)


Se ha demostrado que se asocia con un peor control glucémico y metabólico, más grave y rápido desarrollo de complicaciones micro y macrovasculares, teniendo 2 veces mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa en comparación con las personas con diabetes sin depresión.


La contribución estimada de la depresión a la mortalidad es comparable a la de las enfermedades cardiovasculares entre una edad avanzada (≥60 años) (5), la identificación y el tratamiento de la depresión en los adultos mayores se vuelve cada vez más importante, especialmente en pacientes de edad avanzada pueden tener diferentes presentaciones y necesidades que los más jóvenes. (6)


El estándar de oro para el diagnóstico de la depresión es una entrevista de diagnóstico basado en los criterios de diagnóstico establecidos, como la Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos DSM-IV Axis I (SCID). (7) No existe prueba bioquímica para el diagnóstico de la depresión. (8)


Dado que la depresión tiene un efecto adverso sobre el bienestar psicológico en los resultados de la diabetes, el tratamiento debe ser dirigido la mejoría de los resultados psicológicos y médicos estos objetivos están formulados de acuerdo a las recomendaciones de la Asociación Alemana de Psiquiatría, (8) el objetivo médico más importante es influir en el curso de la diabetes para evitar complicaciones relacionadas con el descontrol metabólico, que pueden llevar a la mortalidad prematura.


El tratamiento de la depresión puede ser un requisito previo para un buen autocontrol de la diabetes, ya que las personas con diabetes pueden seguir su plan de tratamiento más fácilmente si su estado de ánimo se mejora primero. (9)


Si los pacientes diabéticos con síntomas depresivos son tratados de manera oportuna pueden reducir la aparición de complicaciones e incluso la muerte. (9)


Bibliografía


1. Hermanns N, Caputo S, Dzida G, Khunti K, Meneghini LF, Snoek F. Screening, evaluation and management of depression in people with diabetes in primary care. Primary Care Diabetes. 2013.

2. Depresivo T. Guía de Referencia Rápida Diagnóstico y Tratamiento del Trastorno Depresivo.

3. Clínicos Metabólicos FY, Barragán C, Luis J. DIABETES MELLITUS TIPO 2: CORRELACIÓN DE TRASTORNO DEPRESIVO Y SU INFLUENCIA EN.

4. Moulton CD, Pickup JC, Ismail K. Depression and diabetes 2 The link between depression and diabetes: the search for shared mechanisms. LANCET Diabetes Endocrinol [Internet]. 2015;3:461–71. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/

5. Park M, Katon WJ, Wolf FM. Depression and risk of mortality in individuals with diabetes: a meta-analysis and systematic review. Gen Hosp Psychiatry [Internet]. 2013 Jan [cited 2015 Jul 14];35(3):217–25. Available from: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S016383431300011X

6. SSA_093_08_GRR DM.pdf.

7. Ward M, Druss B. The epidemiology of diabetes in psychotic disorders. The Lancet Psychiatry. 2015;

8. Snoek FJ, Bremmer MA, Hermanns N. Depression and diabetes 1 Constructs of depression and distress in diabetes: time for an appraisal. LANCET Diabetes Endocrinol [Internet]. 2015;3:450–60. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/

9. Kan C, Silva N, Golden SH, Rajala U, Timonen M, Stahl D, et al. A systematic review and meta-analysis of the association between depression and insulin resistance. Diabetes Care. 2013;36(2):480–9.

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